LA CALIDEZ DE LA GENEROSIDAD
La generosidad es la segunda de las Siete Virtudes Capitales.
Ella es el lado opuesto de la avaricia, porque ésta, en su afán inmoderado, busca siempre su propia complacencia, donde no hay más cabida sino para la persona misma.
Mientras que la generosidad, levanta su altar sobre las piedras de la filantropía y hace todos sus sacrificios teniendo en cuenta, el bienestar de la dicha ajena. Se dice que la palabra "generosidad", la inventaron los romanos. Viene del término "Generosus" que se relaciona en primer lugar con algo "de buena raza" (genus / generis), y en segundo lugar, "prolífico", "fecundo".
Una combinación de ambas partes, nos hace ver cómo esta palabra se constituye en una virtud esencial para una raza, porque apunta hacia su calidad y abundancia de reproducción.
Y es que una persona generosa, va a actuar siempre de forma desinteresada a favor de otra. Un rostro lleno de alegría y una voluntad presta, sin importar el costo del esfuerzo, son las características visibles de aquel que siempre practica esta virtud.
La generosidad tiene la firme misión de hacerle la vida agradable a los demás. Un alma generosa tiene la tendencia a sacrificar sus propias gratificaciones para arrancar nuevas esperanzas en los que menos tienen.
Leon Tolstoi lo dijo así:
"No hay más que un modo de ser felices"
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